¿Imaràntia?
Sí, no lo dude ni un instante. El nombre mismo ya canta con resonancias evocadoras. Un imán que te atrae, el mar que puede mirar fascinados horas y horas, el brillo de una piedra preciosa, la fuerza y ??la elegancia...
Conocí María J. Cardona cuando debía hacer poco tiempo que empezaba a subir a los escenarios, tocando unos teclados, en un discreto segundo plano, cuando era sólo una al·loteta y parecía tímida y todo. Más adelante, en aquellas veladas de verano en Formentera donde la noche te aferra y no te quieres ir nunca, la oí entonar alguna canción propia, enérgica, segura, como una Tracy Chapman casi. La etapa de 4 de Copas sacó a luz una parte de aquella energía escondida. Y ahora la tenéis aquí, haciéndose escuchar con paso más segura, con un repertorio más variado, sensible y cáustico según los casos, y bien acompañada por Miquel Brunet.
Miguel también lo conocí a los escenarios. O tal vez no: creo que coincidí primero a sus estudios, cuando los amigos de Aires Formenterencs me invitaron a meter baza en su disco Páginas atrás. Es igual, escenario o estudio son los medios en que vive este hombre de especie única y digna de protección, que lleva la música en las venas y el metrónomo en el corazón. Miguel entra dentro de cualquier mundo musical que se le ponga delante. Se vierte por completo, sea por una puerta o por una ventana, y sabe amueblar los espacios que encuentra con las armonías y los ritmos adecuados.
La conjunción no podía salir mal. Aquí la tenéis. Y si aún no lo ha hecho, más que leer estas palabras, debe correr a sentir las canciones. Se lo han trabajado ellos dos, se lo han ganado, puliendo y retocando los pequeños recovecos de cada canción.
Ahora puede entrar, escucharlas. Esta no es música simplemente para sentir. El tiene que dejar que te tome un lugar en un rincón de su hogar, allí dentro, con calma.
Imaràntia. Una voz nueva en estas islas. Se hará escuchar. Se hablará.

Isidor Marí